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lunes, 24 de octubre de 2011

Un mundo para todas y todos
A veces resulta complicado distinguir cuándo una acción puede vulnerar el derecho a la libertad de expresión o si se trata de un insulto a la libertad religiosa.  En el caso que nos ocupa, parece claro que a nadie se le obliga a ver determinadas cosas en televisión si están en horario adecuado. Lo que sí está claro es que, en uno de los países islámicos más abiertos, parece no sentar bien que una mujer sea autora de un cómic innovador y que encima tenga éxito en el exterior. La noticia que nos ocupa es la siguiente:
Manifestaciones contra la película "Persépolis" en Túnez
El mes pasado se produjeron manifestaciones violentas e incluso el intento de incendiar la sede de un canal privado de televisión en Túnez tras la emisión de la película de animación franco-iraní "Persépolis" basada en el cómic del mismo nombre de la autora Marjane Satrapi. Los manifestantes protestaban porque en una escena del film se muestra a Dios hablando con la protagonista. Algo que a ojos occidentales parece tan normal, para los islamistas radicales (salfistas) es un atentado contra su religión que incluso justifica el incendio de un edificio con los/as trabajadores/as dentro. ¿Puede una idea religiosa justificar tanto? ¿Es obligatorio ver la película o uno puede ejercer su derecho a la libertad de elección de canal? ¿Por qué una televisión privada no puede emitir una programación libre mientras cumpla la ley? Parece claro que los extremismos religiosos llevan al fanatismo. Hace unos años la emisión de la película de Martin Scorsese "La última tentación de Cristo" provocó manifestaciones y rechazo generalizado de los grupos católicos más radicales. Lo mismo que pensaba en aquellos tiempos creo ahora: El conocimento en sí no es perjudicial para nadie. Todos podemos ver, comparar y luego elegir. La película de Scorsese proponía una hipótesis nada desdeñable e incluso que cumplía con el dogma cristiano: que Jesucristo fuese tentado por el diablo tras morir en la cruz y que luego rechazase tal tentación (no entiendo la polémica que se formó). En el caso de Persépolis, el representar a Dios es hoy por hoy algo prohibido en el Islam. Pero no ha sido siempre así. En otras épocas se le representaba con el rostro tapado y, además, si la autora no es creyente puede hacer su interpretación personal en un estado oficialmente laico como es Túnez. Creo que ninguna obra de arte merece la posibilidad de que por defenderla o repudiarla pueda morir alguna persona y, curiosamente, siempre la polémica surge si está alguna mujer de por medio.    

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